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jueves, 10 de marzo de 2011

Inteligencia de EEUU: programa nuclear iraní es pacífico






El informe anual del servicio de Inteligencia estadounidense confirmó la naturaleza pacífica del programa nuclear iraní. 

Un reciente informe anual de los servicios de inteligencia estadounidense modificó las valoraciones anteriores sobre la posibilidad de que Irán fabrique armas nucleares y asintió la naturaleza pacífica del programa atómica del país persa, informa Press TV, citando el informe publicado por "The Washington Post". 

En el documento entregado al Congreso estadounidense, no se han mencionado las acusaciones de que Irán mantiene la opción de fabricar armas nucleares, anuncia Press TV. 

El Centro de Control de Armas, Inteligencia y No-Proliferación de Armas de la CIA, realizó este informe con la colaboración del Consejo Nacional de Inteligencia estadounidense. 

Un informe de los servicios de inteligencia de Estados Unidos publicado en 2007 asegura que Irán había detenido en 2003 sus planes para presuntamente dotarse de armas nucleares. 

El Director General de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Yukiya Amano, reconoció a su vez, el pasado lunes que desde que asumió su cargo en diciembre de 2009, no había ninguna señal de que Irán desarrolle un programa nuclear militar. 

Irán como miembro de la AIEA y del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) desarrolla su programa nuclear con fines plenamente pacíficos y bajo la supervisión continua de los inspectores internacionales. 

Un teórico de pacotilla sobre fondo de las extravagancias de la familia



Mediocre estratega, mediocre táctico y altamente nocivo, el Coronel acabó perdiendo entonces definitivamente la simpatía de sus aliados naturales. Sólo debe su supervivencia a la protección de la Unión Soviética, que pensaba compensar con Libia la deserción del Egipto post-Nasser, a la vigilancia de los servicios de inteligencia de Alemania del Este que desbarataron numerosos intentos de golpes de Estado fomentados contra él y a los aviadores norcoreanos y sirios que aseguraron permanentemente la protección de su espacio aéreo.
La guerra verbal es la única guerra que llevó a cabo. El Coronel, en efecto, desarrolló una fraseología escandalosamente polémica con el deseo de acreditar la idea de que estaba a la vanguardia de la lucha contra «el imperialismo estadounidense» y así conseguir que se olvidaran sus anteriores conexiones anglosajonas. Gadafi utiliza, así como sus medios de comunicación, una terminología hasta tal punto histriónica que la población a veces apenas puede descifrarla.
Una cumbre Regan-Thatcher del presidente estadounidense Ronald Reagan y la primera ministra británica Margaret Thatcher, en el poder en los años 80, se calificó como un encuentro entre «el perro rabioso de Israel y la asesina de niños», en alusión al ataque estadounidense a Trípoli en abril de 1986 durante el cual murió la hija adoptiva del Coronel. El Cairo, que en árabe significa «la victoriosa» se designó, por inversión, como «la vencida», y el movimiento chií Amal, que en árabe significa «la esperanza» se nombró como «la desesperación». La «Casa Blanca» se convirtió en la «Casa Negra», el Reino Unido en «el portaaviones inamovible de los estadounidenses», aludiendo a la autorización concedida a los aparatos estadounidenses para despegar de las bases británicas durante el ataque a Libia. El presidente Egipcio Hosni Mubarak era, por un juego de palabras, «el arrollado» (Al-Barek), el rey Hussein de Jordania «el traidor» y el presidente de Chad Hissene Habre, en conflicto con Libia, «el corrupto».
En un alarde de cultura, el «Guía supremo de la revolución libia» editó su Libro Verde, un resumen de teorías contradictorias recabadas de las ideas en boga, que se presentaba como una especie de «Tercera teoría universal». Ofrecida graciosamente a todas las personas que pasaban por Libia o se relacionaban con ese país, una formalidad obligatoria, la obra se proponía instaurar un socialismo sin socialistas, una democracia sin demócratas y un poder popular sin pueblo. La «populocracia» «Jamahiriya» que Gadafi llevó a cabo elevó la burocracia a sistema de gobierno y el parasitismo a norma de vida.
Un bloqueo draconiano de diez años (1992-2002) probaría su resistencia. Gadafi entregó a la justicia internacional a su colaborador más cercano como chivo expiatorio del atentado de Lockerbie antes de pasar él mismo por el aro estadounidense, encantado de librarse de la funesta suerte del iraquí Sadam Hussein.
En 1995, obsesionado por una idea que consideraba «genial», envió a un grupo de libios en peregrinación a la Mezquita Al-Aqsa en Jerusalén, el tercer lugar santo del Islam, imaginando que con ese golpe de efecto rompería el bloqueo que castigaba a Libia desde hacía tres años. Pero esa rocambolesca peregrinación al final desembocó en un aval a la soberanía israelí sobre la Ciudad Santa y en un reforzamiento del Estado hebreo en su papel de guardián de los Lugares Santos.
En diciembre de 2003, en una operación que apareció como una rendición sin condiciones, Gadafi se abandonó a los estadounidenses y entregó sin ninguna resistencia todo su programa nuclear al gobierno neoconservador del presidente George Bush hijo al tiempo que desveló todo un sector de la cooperación de los países árabes y musulmanes (Pakistán, Irán Siria) en el ámbito de la tecnología nuclear.
Sadat en su escapada solitaria tuvo la excusa de la paz. Gadafi su propia supervivencia. Dos años después de rendirse sin condiciones al orden estadounidense el Coronel Gadafi, fiel a sí mismo, en la cumbre árabe de Argel, el 22 de marzo de 2005, trató a palestinos e israelíes de «idiotas» por no haber construido una federación «Isratina», neologismo formado por la contracción de Israel y Palestina, borrando de un trazo cincuenta años de lucha del pueblo palestino para evitar la negación de su identidad nacional.
En lo más álgido de la exasperación nacionalista en Irak y en Palestina, mientras el primer ministro israelí Ariel Sharon se entregaba con total impunidad a los asesinatos extrajudiciales, los asesinatos dirigidos por helicópteros, de los dirigentes islamistas jeque Ahmad Yacine y Abdel Aziz al-Rantissi, mientras el jefe de la Autoridad Palestina elegido democráticamente, Yasser Arafat, estaba confinado en encierro domiciliario desde hacía tres años en Ramala y la opinión mundial estaba bajo el choque de las revelaciones de las torturas de la prisión iraquí de Abu Ghraib, el libio, tragándose la vergüenza, justificó su rendición en términos que sonaron como una deserción. «Estados Unidos nunca ha sido enemigo de Libia, sancionada por su solidaridad con Yaser Arafat y las causas del Tercer Mundo (…) Arafat se enredó con los estadounidenses y su primer ministro se saluda con su homólogo israelí (…) Los libios deben alinearse al lado de Estados Unidos», afirmó contra toda evidencia en Syrte ante una asamblea impasible molesta por tantas deserciones.
Las extravagancias de los descendientes

¿Amaneramiento experimentado? ¿Afirmación del narcisismo? Este revolucionario ha vivido en la opulencia a bordo de automóviles rutilantes, con amazonas de leyenda, una retahíla de hermosas jóvenes como guardaespaldas, un sastre italiano de alta costura dedicado a su augusta persona; y sus hijos Seif El Islam y sobre todo el pequeño, Aníbal, en un lujo escandaloso, saltando con regularidad a la crónica mundana de las capitales occidentales.

La descendencia de Gadafi, siete miembros con personalidades singularmente contrastadas, presenta una particularidad propia de la familia: tres de los hijos del Coronel, entre ellos el deportista Saadi Moutassem Billah (alias Aníbal) y Khamis, sirven en el ejército libio con el grado de coronel, el grado de su papá; un grado infranqueable por un curioso fenómeno de atavismo.

Un cable de WikiLeaks de 2006 ya reveló que todos los hijos de Gadafi y sus próximos pillaban grandes rentas de la Compañía Nacional del Petróleo y de las demás filiales petroleras, especialmente el sector del gas y las actividades relacionadas, el de las infraestructuras, el hotelero, los medios de comunicación y la distribución.

1. El primogénito, Mohamed (39 años): Hijo del primer matrimonio del Coronel, es el artífice de la implantación de «Alcatel» en Libia por medio de la sociedad privada que preside, laLibyana Mobile Phone, gracias a una transacción que le permitió embolsarse 330 millones de dólares. Este discreto ingeniero preside la «Asociación Mediterránea de Ajedrez».

2. Seif Al-Islam (nacido en 1972): «El sable del Islam», es el primer hijo del Coronel Gadafi con su segunda esposa, Safia Farkash, una mujer croata. Primogénito de los otros seis hijos del Coronel se considera heredero del trono de esta república dinástica. Arquitecto, pintor y playboy diletante a ratos perdidos, es el parangón de la modernización de Libia. El «Sable» ha desempeñado un papel clave en la regulación de todos los contenciosos, en especial en los que derivaron de los atentados terroristas financiados por Trípoli desde la década de los 80. En Francia es conocido sobre todo por su papel en la liberación de las enfermeras búlgaras en 2007 y por las indemnizaciones a las familias de las víctimas del atentado de Lockerbie y el del DC-10 de la compañía francesa UTA, derribado cuando sobrevolaba el desierto de Ténéré en 1988. Dos atentados que constituían el principal obstáculo para la normalización de las relaciones entre Libia, Estados Unidos y Europa.

En la presidencia de la «Fundación Gadafi», organización caritativa no gubernamental, Seif despliega sus cualidades de negociador al servicio de una auténtica diplomacia paralela, puncionando el dinero de los hidrocarburos para engatusar a los occidentales a golpe de contratos de armamento (1). Su política de apertura ha permitido que regresen a Libia grandes compañías petroleras como la estadounidense Exxon Mobil, BP y ENI. A lo largo de esos múltiples «buenos oficios», el presunto heredero ha conseguido que se olvide la imagen del playboy que viajaba acompañado por sus dos panteras cuando estudiaba en Viena. Después de estudiar Arquitectura en Trípoli y de que le prohibieran entrar en París en los años 90, continuó sus estudios en la International Business School de Viena (Austria) donde se relacionó amistosamente con el líder populista de la ultraderecha Jörg Haider.

Debido a la necesidad de que Libia se integrase en la globalización, los periódicos occidentales adosados a los conglomerados del armamento y las obras públicas limaron la parte contundente y escandalosa de su nombre para designarlo, más escuetamente con el de Seif, amputando la parte sustancial de su nombre, la que constituía con respecto a su padre la fase conquistadora y revolucionaria de su programa a la que dicho nombre aludía. El heredero que se preparaba para la sucesión parece que pagó a la cantante Mariah Carey la suma de un millón de dólares (728.000 euros) para que fuese a cantarle cuatro de sus éxitos a la isla de San Bartolomé, en el mar Caribe. Deseoso, sin embargo, de obtener un barniz de respetabilidad, este propietario de una suntuosa casa en Londres consiguió un diploma en la prestigiosa London School of Economics (LSE) basándose en una tesis presentada en 2008 sobre el tema «El papel de la sociedad civil en el proceso de democratización», una distinción universitaria acompañada de una donación de 1,5 millones de libras esterlinas de su fundación a la institución londinense para crear un Centro de Estudios para la Democracia. Al juzgar que la represión practicada en Libia en febrero de 2011 no correspondía a las enseñanzas que le inculcó la LSE, ésta reconsideró el conjunto de sus relaciones con Libia y renunció a las subvenciones (2).

3. Saadi (37 años): El futbolista fantasioso, presidente del comité olímpico de su país, llegó a la fama internacional por haber provocado un tiroteo mortal en un estado de fútbol en Trípoli. Miembro del equipo de Perugia (Italia), su carrera internacional como jugador ha sido una de las más cortas de la historia mundial del fútbol. Nunca fue seleccionado por el club, a pesar del patrocinio de su padre, y en 2003 fue condenado por dopaje. Accionista del club italiano de fútbol «la Juventus», en la actualidad dirige una unidad de élite del ejército desde la que trabajaba presionando en los asuntos comerciales antes de que lo enviasen a Bengasi al principio de los motines para sofocar la rebelión. En vano. Saadi pasará a la posteridad como «goleador del milenio» gracias a un partido patrocinado el 31 de diciembre de 2000 a las 23:00 h. para permitirle marcar un gol con ocasión del paso al nuevo milenio. Su compañera en la vida no es otra que Vanessa Hessler, modelo italiana de la agencia Alice que hace la publicidad de la firma ADSL.

4. Khamis, formado en Rusia, dirige una brigada especial encargada de la seguridad de su padre, es el punto de equilibrio e interposición de la competición entre clanes, entre Seif Al Islam Gadafi (el reformador) y Mutassam Billah, Consejero de la Seguridad Nacional, enfrentados en una gran rivalidad por el poder en la sucesión del padre. Khamis, el hombre de las misiones difíciles, sería el encargado de conseguir la neutralidad de los países occidentales en la guerra civil larvada que estraga Libia desde el 17 de febrero.

5. Mutassam Billah (34 años) , literalmente «abrazado a Dios». El que escogió como seudónimo Aníbal lleva un nombre prestigioso asociado a la epopeya de Cartago. Médico y militar de formación, este coronel del ejército libio presidió hasta 2007 el Consejo Nacional de Seguridad, antes de que lo retirasen tras las reestructuraciones familiares. Después se le reintegró como Consejero. Partidario de una política dura se considera que controla, por cuenta de su padre, las redes de influencia y los grupos de presión en Libia. Fue el artífice del último apaciguamiento entre Libia y el Egipto de Hosni Mubarak.

Antepenúltimo de los cinco descendientes varones de la familia Gadafi, se caracteriza por su comportamiento abusivo y sus excesos verbales, y aparece como la burda imitación de un títere de una opereta repetitiva. Aventurero y asiduo de los medios informativos de variedades, en 2004, tras una noche de escándalos y locuras, confundió la avenida de los Campos Elíseos con un circuito automovilístico de Fórmula 1 y se lanzó en tromba a 140 kilómetros por hora. Reincidente en 2005, atropelló a su compañera libanesa de entonces, que estaba embarazada. En 2006, su nombre apareció en una red de prostitución de lujo que operaba en Cannes (sur de Francia).

En 2008, encargado de la intendencia, tuvo la ingeniosa idea de pedir a Suiza relojes Chopard para agasajar a los huéspedes vip invitados a la conmemoración del régimen. En uno de sus habituales ataques de furia golpeó a dos empleados de su hotel suscitando una interpelación de la policía suiza y la subsiguiente crisis diplomática entre Suiza y Libia. Un año y medio después de su detención en Ginebra, el hijo pródigo del Coronel Gadafi hizo otra vez de las suyas. De vacaciones en Londres por Navidad, Aníbal provocó la intervención de la policía por golpear a su esposa.

Despilfarrador y juerguista, escandalizó en la isla de San Bartolomé, en 2009, durante una noche de fiesta en presencia de Jay-z y Beyoncé. También se cree que exigió a su progenitor la astronómica suma de 1.800 millones de dólares (1.300 millones de euros) para constituir «su propia milicia» como la que disfrutaban sus hermanos. Su propio hermano Khamis habría escuchado su petición y se encargó de satisfacer el capricho dándole la posibilidad de «dirigir un grupo de fuerzas especiales que serviría de unidad protectora del régimen». Aníbal también entretuvo a los veraneantes europeos dos veranos, en 2008 y 2009, llegando incluso a provocar una crisis diplomática entre Suiza y Libia mientras a finales de agosto su padre recibía una citación para comparecer ante la justicia libanesa por su complicidad en la desaparición del líder espiritual chií libanés, el imán Moussa Sadr.

Basando su poder en la transgresión, el alcohol, el sexo y la violencia, aprovechando el encanto de un físico agraciado, Aníbal es víctima de la contradicción de su padre, quien proclama sin cesar su voluntad de revolucionar las costumbres árabes y al mismo tiempo es incapaz de dar una verdadera educación a sus hijos, de lo que Aníbal es la mejor demostración, al contrario que Seif al-Islam, que se abstiene de extravagancias a luz del día. Después de cada una de sus tropelías, Aníbal se refugia en la inmunidad diplomática que le confiere su estatus de «hijo de papá» para dotarse de impunidad, usando y abusando de su posición en una patética y caricaturesca deriva del poder libio, que se reivindica como una «populocracia» (gobierno de las masas) pero que se muestra como una de las mayores supercherías políticas de la historia árabe contemporánea.

6. Seif Al-Arab, licenciado por la Universidad de Munich y amante de la velocidad, tuvo problemas con la policía alemana que le confiscó su Ferrari por exceso de velocidad y conducción peligrosa.

7. Aicha. Única hija de Gadafi, es la presidenta de la fundación caritativa «Waatassimu», en alusión a las primera palabras de un versículo del Corán que estipula «Abraza la fe en Dios y no te distraigas». Su actividad altruista camufla mal las numerosas adquisiciones concedidas por su padre en «los sectores de la energía y de la construcción, así como los intereses financieros en la clínica privada de Saint James en Trípoli».

Flamante abogada, participó en el comité de apoyo de la defensa del ex presidente iraquí Sadam Husein. Licenciada por la Universidad París VII (René Descartes) y autora de una tesis sobre el Tercer Mundo dirigida por el profesor Edmond Jouve, la benjamina de la familia ambicionaba un papel de primera fila en su país jugando la carta del feminismo y la modernidad. Ataviada con pantalones vaqueros y gafas negras, esta rubia teñida es presentada por la prensa internacional según los rumores de sus actividades, a veces como la «Claudia Schiffer de Libia» y otras veces como «Loana», una famosa participante de un «reality» de la televisión francesa, sin que se pueda concluir si sus extravagancias constituyen una ventaja o un hándicap en una sociedad mayoritariamente de extracción beduina.

La última y octava hija de la familia Gadafi era Hana (dulce serenidad), hija adoptiva del Coronel que murió en el ataque estadounidense contra Trípoli en 1986.